EFE.-Rusia y sus aliados de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), alianza militar exsoviética, han iniciado el despliegue de sus tropas en Kazajistán para sofocar los disturbios que sacuden el país desde hace varios días, donde los enfrentamientos entre el Ejército y los manifestantes han ocasionado «decenas de muertos».

«En correspondencia a la decisión del Consejo de seguridad colectiva de la OTSC aprobado el 6 de enero, fue enviado a Kazajistán por un período de tiempo limitado un contingente de paz (…) con el fin de estabilizar y normalizar la situación», informó la OTSC, citada por Interfax.

Los intensos enfrentamientos en Almaty se mantuvieron a lo largo de toda la noche, detalló indicó la la policía de la ciudad, la cual se refirió a una «operación antiterrorista». Grupos de manifestantes armados intentaron tomar tres edificios administrativos, el departamento de la policía de Almaty y varias unidades regionales de la policía, pero las fuerzas del orden lo impidieron.

Según medios locales, en la ciudad se escuchan ráfagas de ametralladoras y en las redes sociales los usuarios informan que tanto la policía, militares y manifestantes están armados.

Las manifestaciones se desataron el pasado 2 de enero en respuesta al incremento de los precios del gas licuado, el principal combustible automotriz utilizado en la nación centroasiática, pero derivaron en disturbios este martes y miércoles.

Nursultán mantiene su pulso con los manifestantes y les tilda de extremistas

Las autoridades kazajas mantienen su pulso con los manifestantes que han protagonizado graves disturbios en la nación centroasiática durante las últimas cuatro jornadas, mientras buscan vincular las protestas a movimientos radicales islamistas promovidos desde el exterior.

Aunque el primer subdirector de la Administración Presidencial Daurén Abáyev afirmó hoy que «el orden se ha restablecido en todo el país y la situación se ha estabilizado», todavía persisten los focos de resistencia de los manifestantes, atrincherados en diversas partes del país, y se escuchan disparos, según medios locales.

DISPARAR A MATAR

El presidente de Kazajistán, Kasim-Yomart Tokáyev, dio la orden expresa de «disparar a matar» sin previo aviso contra quienes ofrezcan resistencia a las autoridades, decisión que comunicó durante un mensaje televisado a la nación.

«Di la orden a los órganos de la policía y el Ejército de disparar a matar sin previo aviso», dijo, al alertar de que no dialogará «con bandidos armados y preparados, tanto locales como extranjeros».

El mandatario, quien reconoció que solo en los disturbios de Almaty participaron más de 20.000 manifestantes, señaló que «los terroristas continúan dañando la propiedad estatal y privada, y utilizan sus armas en contra de los ciudadanos», y advirtió de que «la operación antiterrorista continúa».

El Ministerio del Interior kazajo informó de 26 manifestantes muertos y otros 26 heridos, y que 3.211 personas han sido detenidas, cifras que podrían crecer en las próximas horas.

El número de muertes de uniformados se mantiene en 18 y la cifra de policías heridos ascendió a 740.

Las autoridades anunciaron que desalojaron y controlan la céntrica plaza de la República en esta ciudad, el epicentro de los disturbios en el país.

Todo ello en medio de un corte casi absoluto de internet y las comunicaciones que prácticamente impide cualquier cobertura periodística objetiva y contrastada, y prima la voz de los medios oficialistas kazajos, que reportan asesinatos y allanamientos de oficinas y negocios.

Según los datos más recientes de la Cámara Nacional de Empresarios, los daños ascienden a los 87.200 millones de tenge (198 millones de dólares).

«RADICALES EXTRANJEROS»

En particular, las autoridades insisten en el posible vínculo de los manifestantes con movimientos radicales procedentes del exterior.

Daurén Abayev aseveró que se investigan «diversas versiones de la vinculación» de los manifestantes a «organizaciones extremistas», sin especificar cuáles, mientras que Tokáyev les acusó directamente de terroristas «nacionales y extranjeros».

La víspera, el Ministerio de Exteriores de Rusia ya calificó la deriva de las protestas contra la subida del precio del gas, inicialmente pacíficas, hacia los violentos disturbios «como un intento inspirado desde el exterior de socavar violentamente la seguridad e integridad del Estado con la participación de formaciones armadas, preparadas y organizadas».


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