Con la pandemia a la baja, el Zendal se centra en superar secuelas del covid

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Hospital Isabel Zendal
Hospital Isabel Zendal. Fuente: Twitter

Madrid, 10 mar (EFE).- Superadas ya seis olas del covid y quince meses después de su inauguración, la Unidad de Rehabilitación Funcional (URF) del Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal se esfuerza en combatir las secuelas motoras y respiratorias que deja el coronavirus en sus ataques más graves.

Desde su inauguración, el 1 de diciembre de 2020, por el Zendal han pasado 10.000 pacientes de covid que han estado ingresados en lo que se proyectó como un hospital de pandemias, se construyó en un tiempo récord de seis meses y ha sido uno de los grandes ‘vacunódromos‘ madrileños.

Además, nunca ha dejado de estar en el centro de polémicas por su coste, su planteamiento o su utilización futura y, de hecho, ha suscitado las críticas de la izquierda madrileña y los sindicatos por considerar que ha servido para hacer «propaganda sanitaria«, pero no para facilitar la actividad normal del resto de los hospitales de la red pública.

No obstante, sus responsables están satisfechos con esa Unidad de Rehabilitación Funcional que pretende ofrecer a los afectados por las secuelas motoras y respiratorias del covid todos los cuidados necesarios para que puedan recuperar su autonomía.

En estos primeros meses desde su creación, 160 personas con un perfil de grandes dependientes, que no podían caminar o coger una cuchara, han recibido tratamientos de rehabilitación y fisioterapia en la URF después de haber superado un covid grave.

Ion, de 45 años y de origen rumano, es uno de esos pacientes, que llegó al Zendal derivado del Hospital de Móstoles, adonde acudió en un primer momento con fiebre alta. Tras pasar más de un mes en la UCI, «casi no lo cuento» recuerda, ahora pasa mucho tiempo pedaleando en una bicicleta estática para superar, con otras terapias, la pérdida de masa muscular y la fatiga que le ha dejado la enfermedad.

Fredy, de 63 años y de nacionalidad peruana, también es paciente de la unidad y agradece haber enfermado en Madrid, donde reside desde hace quince años, porque «tengo familiares que han sufrido la covid en mi país, donde no hay medios. Si me llega a tocar allá, ya estaría del otro lado», dice.

EL CAMINO PARA SUPERAR UNA ENFERMEDAD DURA Y LIMITANTE

El doctor José López Araújo, responsable de Rehabilitación del Zendal, precisa que la mayoría de los pacientes son de mediana o avanzada edad, con patologías previas como obesidad, diabetes o hipertensión -el más joven ha sido un chico de 24 años-, que llegan a la URF con secuelas motoras y respiratorias, después de haber pasado la fase aguda de la covid-19.

Después de una estancia prolongada en la Unidad de Cuidados Intensivos o en la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios, los pacientes pierden masa muscular, no pueden caminar por sí mismos y sufren heridas por la inmovilización, además de problemas neurológicos, de pérdida de sensibilidad o de fuerza en los brazos, lo que les produce una pérdida de autonomía.

Para abordar los problemas respiratorios, el tratamiento de rehabilitación está orientado a recuperar la capacidad pulmonar, potenciar la musculatura respiratoria y practicar técnicas para el drenaje de secreciones, que por su debilidad no pueden expulsar y que pueden obstruir las vías respiratorias.

Ante las dificultades motoras, se busca una potenciación muscular específica, el desarrollo la tolerancia al esfuerzo y la reeducación de la marcha y del equilibrio con distintos ejercicios y máquinas de entrenamiento aeróbico.

Los tratamientos son «largos» y pueden durar entre uno y tres meses, dependiendo de lo afectado que haya quedado el paciente y de su capacidad funcional previa, explica la responsable de hospitalización de Medicina Interna del Zendal, Ángela Trueba.

LA SEXTA OLA, CON MÁS PACIENTES NO VACUNADOS

En la sexta ola el número absoluto de pacientes ingresados en el Zendal ha sido menor que en las anteriores, pero la gravedad de los casos ha sido similar. La edad y el perfil de los enfermos ha sido «bastante variable«, mientras que en otras olas había unos perfiles «muy definidos», aunque López Araujo detalla que en los últimos meses había muchos más pacientes no vacunados que vacunados.

«No podemos relajarnos. El coronavirus ha llegado para quedarse y no va a desaparecer. (…) Periódicamente seguirá habiendo brotes que requerirán ingresos hospitalarios y aislamiento como en la época de la gripe. Tendremos que aprender a vivir con ello y adaptar los recursos», concluye la doctora Trueba. EFE

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