EFE.- Pedro Sánchez ha llegado al debate del estado de la nación, el primero de su mandato, con una crisis económica en ciernes y la inflación disparada. Su receta, a poco más de un año de las elecciones, es más gasto público y nuevos impuestos a bancos y empresas energéticas, en un viraje a la izquierda que le reconcilia con sus socios de Unidas Podemos.
«Vamos a ir a por todas», ha confesado el presidente del Gobierno al anunciar unas medidas económicas dirigidas «a las clases medias trabajadoras» y que han recibido el aplauso de Podemos y las críticas del PP y del resto de la oposición que las tachan de «populistas», de «campaña publicitaria» y que, alertan, solo traerán «más gasto y ruina».
El PP avisa a Sánchez que él no corrige el rumbo pero lo harán las urnas
La portavoz del PP, Cuca Gamarra, ha reprochado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que en vez de rectificar el rumbo y hacer autocrítica haya optado por huir hacia delante y le ha avisado: «serán los españoles los que cambien de Gobierno».
La portavoz del PP ha sido la encargada de replicar a Sánchez en el debate del estado de la nación, mientras que el presidente de su partido, Alberto Núñez Feijóo, sigue la sesión desde el escaño del líder de la oposición, al no poder intervenir porque no es diputado, sino senador.
Abascal apela al PP para evitar que España llegue a una situación dramática
El presidente de Vox, Santiago Abascal, ha advertido este martes que la situación de España es muy grave y corre el riesgo de ser dramática si continúa Pedro Sánchez en el Gobierno y ha recalcado que el país necesita ya una alternativa que le expulse de la Moncloa, para lo que ha tendido la mano al PP.
En su intervención en el debate sobre el estado de la nación, Abascal ha acusado a Sánchez de utilizar las instituciones para sus objetivos personales e intereses ideológicos y ha reiterado su intención de acabar con toda la «porquería legislativa» del Gobierno de coalición.
El alma roja de Sánchez, el no aplauso de Yolanda y Feijóo, entrenador del PP
El extraño primer debate del estado de la nación del presidente Pedro Sánchez, con un líder del PP como convidado de piedra, ha sustituido el clásico cara a cara con el jefe de la oposición por otras pistas y revelaciones sobre el también extraño momento político, con el aire contaminado de la inflación colándose por los respiraderos del Congreso de los Diputados.
Como que el alma que la vicepresidenta segunda y flamante líder «in pectore» de un invento llamado Sumar, Yolanda Díaz, echaba en falta en el Gobierno de coalición es roja, que la guardaba el presidente y que este asfixiante martes de julio la ha expandido por el hemiciclo en forma de medidas muy, muy populares, de las de la izquierda de toda la vida.
Más impuestos a la banca y las grandes empresas y transporte en los trenes de cercanías gratis, entre otras.
Su enumeración en el largo discurso con el que Sánchez ha empezado el debate por la mañana, con carteles estadísticos incluidos de los que se usan en los debates electorales, ha ido cosechando aplausos, cada vez más entusiastas, en las filas socialistas y también en las del imprescindible socio de Unidas Podemos. Le han jaleado, sí.
Con una significativa excepción. La de la propia Yolanda Díaz, que ha evitado aplaudir como el resto del Gabinete y solo lo ha hecho, como a cámara lenta, casi de compromiso, en los últimos compases del discurso de Sánchez, cuando le ha dado caña al PP (y a su pasado) por corrupto y poco comprometido con las clases medias, a las que Sánchez quiere ayudar yendo «a por todas» y dejándose «la piel».
La ministra de Trabajo ha aclarado después que a veces le parece «hasta incómodo» aplaudir todo el tiempo al orador y que ve más importante «escuchar». Precisamente, el lema de su sumatorio político.
Al ministro de Consumo, Alberto Garzón, también le ha debido resultar complicado aplaudir mucho al presidente, porque ha tardado en hacerlo, embebido como estaba en tomar y repasar notas en unos papeles de los que no se ha desprendido, mientras Sánchez hablaba. A veces parecía que lo que sucedía a su alrededor no iba con él.
¿Y Feijóo? ¿Cómo ha ido su estreno en el hemiciclo del Congreso?
Dentro de lo previsto, ha recibido la ovación de su grupo nada más pisar por vez primera el semicírculo parlamentario, al que ha accedido acompañada de la portavoz del grupo popular, Cuca Gamarra, y ha ocupado el escaño que lo fue de Pablo Casado, cuyo espectro hoy parecía olvidado en el tiempo y el espacio del mundo parlamentario.
El senador Feijóo se ha sentado en el puesto del jefe de la oposición, ha guardado compostura de silencioso jefe de la oposición, ha aguantado con cara de póquer cuando Sánchez ha recurrido al comodín de la corrupción del PP y de su semblante apenas han surgido sonrisas, salvo por algún comentario con el también senador Javier Maroto, ubicado a su lado mientras Gamarra estaba en la tribuna.
Ha aplaudido a la portavoz de su grupo como el resto de la formación, que ha palmeado tantas veces a su jefa que Gamarra ha evitado hacer pausas con cada ovación para no perder el hilo, más bien una tela cuya urdimbre ha comenzado a tejer con un minuto de silencio requerido en homenaje a Miguel Ángel Blanco.
A la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, no le ha gustado nada que convocara el homenaje sin que antes se hubiera pactado por los portavoces, como es costumbre, y así se lo ha hecho saber al acabar su discurso. De hecho, ella ha permanecido sentada.
Gamarra ha sacado a colación a ETA, ha considerado «anómalo» todo lo que hace el Gobierno, ha acusado a Sánchez de no cumplir «jamás» con sus previsiones y le ha reprochado que él, el presidente, «sale muy caro a los españoles». Ha acabado poniendo nombre y apellidos a la única alternativa a tanta catástrofe: Alberto Núñez Feijóo.
Cuando ha vuelto a su asiento, el presidente de su partido se ha apartado para dejarle sitio, se ha abrochado la chaqueta y le ha ofrecido la mano diestra, abierta y levantada, para chocarla con la suya, como el entrenador que recibe a un gran jugador en su retorno al banquillo.
Sánchez ha rebatido el sombrío panorama presentado por la portavoz del PP con cifras y más cifras y más carteles con gráficos en los que era imposible leer nada.
«Aquí, en rojo, España», ha llegado a decir señalando con el dedo para reafirmar que la inflación nacional no es la más alta de Europa, como sostiene el PP. Después ha aseverado que España no tiene la inflación más alta sino «la oposición que más miente de toda Europa».
Pedro Sánchez solo se ha dirigido a Alberto Núñez Feijóo de refilón, puntualmente, y en los momentos más duros de su réplica ha atacado al PP de manera genérica, como al echar en cara a los populares que siguieran utilizando políticamente el terrorismo, algo que, ha recordado, ya les reprochó Alfredo Pérez Rubalcaba en 2005.
No han sido largas su dos respuestas a Gamarra, la primera incluso más corta que el propio discurso de la portavoz del principal partido de la oposición, cuyo entrenador y senador por Galicia no hablará hasta mañana, y lo hará fuera del hemiciclo. En El Escorial.
Tal vez la ausencia de ese cara a cara que caracteriza todos los debates del estado de la nación ha hecho que en la tribuna hubiera pocos invitados y autoridades. Eso sí, por la mañana no ha faltado el padre Ángel. Con su bufanda. Roja.
Por Antonio del Rey