EFE.- Los profesionales de urgencias y de atención primaria ven muy poco probable que la sumisión química esté detrás del goteo de pinchazos en espacios de ocio que desde hace días están denunciando chicas de toda España; son agresiones «intolerables» y, como tales, han de abordarse y tratarse en centros sanitarios.
Porque es lo primero que hay que hacer: ante la sospecha de haber recibido uno de estos picotazos, hay que acudir al médico para garantizarse una atención adecuada, coinciden varios especialistas de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes) y de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFyC) consultados por Efe.
Desde Semes recuerdan que la sumisión química implica la administración de fármacos o drogas para cometer actos delictivos como robos pero, sobre todo, agresiones sexuales. También lo es aprovecharse del consumo voluntario de sustancias para perpetrar estos delitos.
Prácticas ilícitas y lesivas
Algo que, de momento, no parece haber en los casos aparecidos, en los que los análisis han arrojado en la inmensa mayoría resultados negativos en sustancias tóxicas: «Lo más probable es que en ellos la finalidad no fuese la sumisión», sostiene la doctora, que precisa: «Tampoco puede descartarse sin realizar los estudios pertinentes, de ahí la importancia de la evaluación médica inicial y que sea fundamental interponer la denuncia correspondiente»
Algunas sustancias son indetectables en los laboratorios de los hospitales: «La batería habitual de tóxicos de la que disponemos –añade Maza– no detecta determinadas sustancias, por lo que para confirmarlas hay que realizar otro tipo de análisis».
En los casos confirmados de sumisión química, las más frecuentes que se han empleado son fármacos de la familia de las benzodiazepinas como el flunitracepan (Rophinol) y de los opiáceos, la ketamina, la escopolamina o el ácido gamma hidroxibutírico (éxtasis líquido o GHB), enumera José Ignacio de Juan Roldán, miembro del Grupo de Trabajo de Utilización de Fármacos de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFyC).
«Para poder inyectar una cantidad suficiente de fármaco, vía subcutánea o intramuscular, la aguja debe permanecer en contacto unos segundos con la piel. Hablamos de dos o tres segundos, pero en ningún caso se puede administrar ninguna sustancia tan solo con meter y sacar rápidamente la aguja», concluye De Juan Roldán.
Que no sean casos de sumisión química, agrega este médico de familia, no resta importancia a estos sucesos: «Independientemente de que se emplee una sustancia o no, se trata de una agresión machista que no se puede tolerar». «No debemos olvidar que sumisión o no, es incuestionable que se trata de agresiones, y como tales se han de abordar», coincide Maza.
A las que han sido víctimas de pinchazos, además se les hacen profilaxis de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) como la clamídea o la sífilis, de VIH, antitetánica, hepatitis B y anticonceptivos de emergencia, ya que este tipo de agresiones conllevan otros riesgos para la salud.
«Las agujas empleadas, cuando se usan en varias mujeres, pueden ser el medio de contagio de virus como el de la hepatitis B, hepatitis C o el VIH», relata el portavoz de Semfyc.
Interior analiza ya 60 denuncias por pinchazos para saber «qué hay detrás»
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha elevado a 60 las denuncias que ya analizan las Fuerzas de Seguridad con el objetivo de determinar «qué hay detrás»: si se trata de un fenómeno de sumisión química para cometer un delito o si lo que se persigue es crear una «sensación de inseguridad».
Grande-Marlaska ha garantizado en una entrevista en el programa ‘La hora de La 1’, de TVE, que los diferentes cuerpos policiales trabajan coordinados para «concretar y comprobar» si esos pinchazos buscan «la inoculación de sustancias tóxicas» para someter a la víctima y cometer un delito, fundamentalmente de carácter sexual.