Aplazado el juicio al acusado de hacinar 500 cadáveres en la Complutense

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Juzgados de lo Penal en calle Julián Camarillo de Madrid. Fuente: Imagen de archivo

Madrid, 9 mar (EFE).- Un juzgado de Madrid ha aplazado sin fecha, debido a la huelga de los Letrados de la Administración de Justicia, el juicio al exdirector de un departamento de la Universidad Complutense que mantenía más de 500 cadáveres hacinados en un sótano, por lo que la Fiscalía pide para él 8 años de cárcel.

El juicio en el Juzgado de lo Penal número 21 de Madrid, previsto para los días 10 y 17 de este mes, será señalado para una fecha posterior, según ha informado este jueves el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM).

José Ramón Mérida Velasco, exdirector del Departamento de Anatomía y Embriología Humana II de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, fue procesado en julio de 2019 por un posible delito contra los derechos de los trabajadores, a quienes tenía en condiciones «degradantes» y «nocivas», según la Fiscalía, que además le atribuye cinco delitos contra la integridad moral.

Los hechos se remontan al año 2014, cuando un periódico desveló el estado de hacinamiento en el que se encontraban decenas de cadáveres en unas estancias de la Complutense.

Sostiene el Ministerio Público que el médico procesado, pese a las reiteradas quejas de los trabajadores por el incumplimiento de sus obligaciones en materia de seguridad y salud, les obligó durante años a prestar sus servicios «en condiciones insalubres, degradantes, nocivas y peligrosas».

Fue así hasta que la Inspección de Trabajo ordenó en 2014 la paralización de los trabajos y finalmente se extrajeron de un sótano 534 cadáveres, según detalla la Fiscalía en su escrito de acusación.

Asimismo, denuncia que Mérida era el principal responsable de la dirección, control y vigilancia de las condiciones laborales del personal técnico de laboratorio, y que sometió a los trabajadores «a unas condiciones de penosidad innecesariamente degradantes que trascendieron de la esfera laboral», desatendiendo «sistemáticamente» durante años sus «justas» demandas.

Les obligaba -incide- a prestar sus servicios en un subterráneo sin ventilación que carecía de la higiene más elemental «hasta el punto de que era frecuente la presencia de insectos, gusanos y larvas rodeados de restos humanos amontonados anárquicamente y sumergidos en el permanente hedor a putrefacción». EFE

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