Agencias.- Un ladrido puede ser interpretado de diferentes maneras. La mayoría de las personas lo identifica como un sonido molesto, a otras, sin embargo, pueden salvarle la vida. La Fundación CANEM persigue este fin desde hace seis años entrenando el olfato de cachorros para que avisen con antelación a sus dueños, usuarios que padecen diabetes y/o sufren crisis de epilepsia.
Estos pequeños héroes son conocidos como ‘perros de alerta médica’, canes seleccionados por esta organización, afincada en la capital aragonesa, que han sido adiestrados para localizar mediante olores las subidas y bajadas de glucosa y las crisis de desconexión sensorial. Después, emiten una serie de ladridos con minutos de antelación, un tiempo que es muy importante para tomar todas las medidas posibles antes de que se produzcan los episodios.
Para ello, estos «dulces detectores» reciben instrucciones muy precisas sobre los olores que deben captar, concretamente el del isopreno, un elemento químico natural que se encuentra en la respiración humana, cuenta Lidia Nicuesa, psicopedagoga de la Fundación CANEM, en una entrevista concedida a EFE.
«Dependiendo de los índices que experimente la persona de esta sustancia, el perro es capaz de averiguar si se van producir alteraciones en sus niveles de azúcar en sangre o bien si se avecina una crisis epiléptica. Si descubre algo anormal, ladrará con el tiempo suficiente para que el dueño pueda anticiparse y así reducir los riesgos», explica.
Ahora, el objetivo de la organización es intentar cerrar este año 2019 con una nueva tanda de 20 ‘perros de alerta médica’ preparados para proteger a sus futuros dueños, una cifra que, a pesar de ser inferior a la del último año (31 canes), no daña el optimismo y las ganas de trabajar de este grupo de profesionales que quiere seguir ayudando a salvar vidas en el futuro.
Por Carlos Ciria
EFE