Agencias.- Ninguna evidencia sólida apunta a que la presencia de partículas de microplásticos en el agua potable sea una amenaza grave a la salud pública, según los resultados de un extenso análisis realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las conclusiones de este estudio, que han sido presentadas y comentadas hoy en Ginebra, indican que lo realmente preocupante es la concentración de químicos y de patógenos microbianos que se multiplican y forman capas en los sistemas de distribución de agua y otras superficies.
Por término medio, una persona podría estar ingiriendo, cada semana, unos cinco gramos de plástico, el equivalente a una tarjeta bancaria, de acuerdo con un estudio publicado en mayo pasado por la Universidad de Newcastle (Australia).
El documento sugiere que la gente consume unas 2.000 piezas diminutas de plástico cada semana, lo que equivale a unos 21 gramos por mes, es decir, más de 250 gramos al año.
En marzo del año pasado, otro estudio de la Universidad Estatal de Nueva York concluyó que el 90 por ciento del agua embotellada está contaminada con partículas de microplásticos.
En el informe, el análisis de 259 botellas de 19 ubicaciones en nueve países de 11 marcas diferentes encontró una media de 325 partículas de plástico por cada litro de agua vendida.
Estas partículas diminutas pueden proceder de varias fuentes, como fibras textiles, micropartículas en algunas pastas de dientes o piezas mayores de plástico que se van fragmentando cuando se tiran y quedan expuestas a los elementos.
Todas estas sustancias llegan a los ríos y océanos, y pueden ser alimento de los peces y otros animales marinos, acabando así en la cadena alimentaria.
La OMS recomienda que los suministradores de agua potable y los reguladores den prioridad a eliminar los químicos y los patógenos microbianos que suponen un riesgo para la salud humana, como los que causan enfermedades diarreicas mortales.